lunes, 25 de octubre de 2010

ACEITE DE ARGÁN

Dejemos volar nuestra mente por un instante y trasladémonos a nuestro vecino continente Africano. Concretamente, nos sumergimos en la Costa Atlántica de Marruecos, entre Essaouira y Agadir, localización donde observamos un precioso paisaje repleto de uno de los árboles más antiguos y milenarios que existe: el Árbol de Argán. Con más de 80 millones de años de antigüedad y perteneciente a la familia de los Sapotaceae (Argania spinosa) este árbol ancestral crece en estado salvaje en las zonas áridas y secas del Sur de Marruecos y constituye un elemento indispensable e irremplazable para el equilibrio ecológico. Es el principal protector contra la desertificación del suelo; gracias a sus profundas raíces que se clavan a más de 30 metros de profundidad en la tierra en busca de agua, contribuye a evitar la erosión del suelo, del agua y del viento reteniendo la tierra.

Argán, Padre de Todos

El Argán es conocido desde hace siglos como el Dador de Vida o el Padre de Todos y además asegura la subsistencia de más de 3 millones de personas en Marruecos. 

El árbol de argán es usado en su totalidad. La pulpa de sus frutos y sus hojas sirven de alimento para los camellos y las cabras; su madera, conocida como madera de hierro marroquí, es usada para hacer artículos y objetos del hogar y para la quema; los frutos de argán, parecidos a la aceituna pero de un tamaño mayor y más redondos, de color verdoso, contienen una nuez dura que a la vez, contiene las semillas ricas en aceite y, que son usadas para la elaboración del ya conocido Aceite de Argán.

 
El Argán, un superviviente en peligro de extinción
Todos los valores socioeconómicos, culturales y ambientales que nos ofrece el árbol de la vida están en serio peligro de extinción como causa de su sobreexplotación y por efecto de la actividad humana. Por ello y, gracias a su reconocimiento a nivel mundial, en 1998 la UNESCO lo declaró como Patrimonio Universal.

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